jueves, 21 de marzo de 2019

Síndrome de Down, dificultades auditivas





Habilidades auditivas


La forma normal de aprender el lenguaje es oyendo la lengua que se habla en nuestro entorno. Por esta razón, las personas criadas en hogares anglófonos hablan inglés, y las que han crecido en hogares de habla hispana hablan español. Los niños no nacen programados para hablar un idioma determinado. Ellos aprenden los sonidos, el significado y la estructura de la lengua que escuchan a su alrededor, y que termina convirtiéndose en su lengua materna.

Puesto que la mayoría de los niños con síndrome de Down experimentan en mayor o menor grado, y al menos durante una parte del tiempo, una pérdida de audición, depender exclusivamente del canal auditivo no basta para adquirir las habilidades de la comunicación. La pérdida de audición, sea permanente o intermitente, afecta el desarrollo del habla y del lenguaje. Por tanto, el niño necesitará pistas visuales, como los gestos, las imágenes y la lectura, para ayudarle a estimular su lenguaje. Además, suelen tener dificultades para destacar lo que se ha dicho del ruido ambiental, especialmente cuando están en clase. De manera que nosotros tendremos que diferenciar bien nuestro lenguaje de los ruidos ambientales para que puedan oírnos y aprender.

Ya que el buen oído es tan esencial para el desarrollo del habla y del lenguaje, al niño deberá examinarlo periódicamente un otorrinolaringólogo, para que trate los posibles trastornos auditivos, y además sea experto en evaluar la audición y proporcionar las terapias adecuadas, o prescribir los aparatos de audición asistida, los audífonos, por ejemplo.

1.1. Problemas de audición en los niños con síndrome de Down en edad escolar

Los niños con síndrome de Down pueden tener uno de los dos tipos más comunes de la pérdida de audición, o una combinación de ambos:

Pérdida auditiva conductiva,
Pérdida auditiva neurosensorial.
Pérdida auditiva conductiva. Se produce cuando algo impide que el sonido se reciba en el oído externo y en el oído medio, de forma que tampoco pueda transmitirse bien al oído interno. La mayoría de las veces, el sonido es bloqueado por el fluido situado en el oído medio, que puede haberse acumulado por infecciones, alergias o por un funcionamiento inadecuado de las trompas de Eustaquio (estructura anatómica en forma de tubo que conecta el oído medio con la parte posterior de la nariz). El fluido también puede acumularse porque los conductos auditivos  suelen ser más pequeños y de menor ángulo, lo que dificulta el drenaje de cualquier fluido. Incluso un exceso de cerumen (cera) en el conducto auditivo externo puede causar una pérdida auditiva conductiva. El fluido en el oído es un problema muy extendido entre los niños con síndrome de Down. Se estima que entre el 60 y el 70 por ciento tiene pérdida auditiva conductiva intermitente, debido a la acumulación de fluido.

La pérdida auditiva conductiva no suele ser continua, puesto que varía dependiendo de la cantidad de fluido acumulado de fluido u otras causas similares. La pérdida auditiva más común es una pérdida auditiva fluctuante, lo que significa que algunos días tienen la audición mejor y en otros peor. Este hecho puede producirles mucha confusión, ya que el mismo sonido del habla lo percibirán de forma diferente dependiendo del día. (Ver la Tabla 2-1, que contiene ejemplos de cómo un niño de ocho años malentendió las palabras durante un acceso de fluido en el oído medio).

Esta pérdida auditiva fluctuante afecta también al desarrollo de los sonidos del habla, y al desarrollo de los finales de las palabras y de la gramática. Si un niño no puede oír claramente todos los sonidos, tendrá dificultades para aprenderlos. Si no puede oír todos los sonidos que componen una palabra, le costará aprender a incluir todos los sonidos de esa palabra cuando la pronuncie. Es relativamente frecuente que los sonidos finales de las palabras (como las terminaciones verbales y los plurales) se pronuncien en voz más baja. Por tanto, es muy frecuente que los niños con síndrome de Down omitan la pronunciación de estos sonidos finales, y esto tiene que ver con la pérdida auditiva. En el colegio, si un niño no escucha bien las instrucciones de su profesor y no responde a ellas, el profesor pensará que tiene un problema de conducta o que no quiere obedecer, de manera que hay que tener en cuenta que la pérdida auditiva puede ser uno de los factores de en una conducta que puede ser interpretada como problemática.

Cuando los niños con síndrome de Down empiezan a ir al colegio y van pasando los cursos elementales, muchos tienen menos infecciones de oídos. Pero otros muchos siguen teniendo problemas con el fluido del oído medio, debido a sus diferencias anatómicas, como sus conductos auditivos más pequeños y estrechos. Según la Dra. Sally Shott, otorrinolaringóloga que trabaja fundamentalmente con personas con síndrome de Down, los niños de entre seis a catorce años (rango de edad del que ahora tratamos) suelen tener fluido en el oído medio y pérdida auditiva sin diagnosticar. Todavía no sabemos, porque carecemos de información al respecto, hasta qué edad este fluido continúa siendo problemático.

El fluido del oído medio (llamado otitis media adhesiva) es pegajoso y con frecuencia obstruye las trompas de Eustaquio. Esto impide que las trompas mantengan ventilado el oído medio. Cuando el fluido llena el oído medio, el sonido no puede pasar bien a través de él y el habla apenas se escucha. El Dr. Patrick Sheenan de la National Deaf Children's Society del Reino Unido, asegura que muchos niños con síndrome de Down dejan de tener otitis media adhesiva a medida que crecen y desarrollan sus trompas de Eustaquio, lo que suele suceder sobre los ocho años de edad, pero en algunos niños estas dificultades perduran más tiempo: problemas de obstrucción de las trompas de Eustaquio en su adolescencia, y necesitan el tratamiento que describiremos más abajo para poder preservar y aumentar al máximo su capacidad auditiva.

Para reducir al mínimo sus efectos adversos en la audición, las infecciones del oído hay que tratarlas de inmediato. En algunas ocasiones los antibióticos ayudan a mejorar la congestión de los oídos. Algunos médicos los prescriben como medida profiláctica (medida preventiva). Con frecuencia, hay que implantar quirúrgicamente unos tubitos en el tímpano para que el fluido pueda drenar bien. En los Estados Unidos a estos tubitos se les denomina tubos EP (ecualizadores de presión), tubos de timpanostomía o de miringotomía; en otros países pueden denominarse drenajes transtimpánicos o tubos de ventilación [diábolos]. Los tubos EP consiguen que la presión del aire del oído medio se iguale a la presión del aire del exterior. La operación para implantar estos tubos se denomina miringotomía. Por lo general es con anestesia general, y la realiza un otorrinolaringólogo pediátrico y es un procedimiento breve, que habitualmente se lleva a cabo en diez o quince minutos. Comúnmente estos tubos se conciben como un "remedio" temporal para el fluido ótico, y caerán por sí solos al cabo de un periodo de entre varios meses a un año.

La implantación de estos tubos suele conseguir una diferencia notable en la capacidad auditiva de un niño. Algunos sólo necesitarán uno o dos juegos de tubos, sin embargo otros pueden necesitar múltiples juegos de tubos durante varios años. Una madre me contó que su hijo de 21 años aún sigue necesitando que se los implanten (puesto que los anteriores se desplazan y caen).

Incluso cuando no haya infecciones activas en el oído, los padres tienen que asegurarse de que a su hijo lo revise con regularidad un médico de familia o un otorrinolaringólogo, y que anualmente se le realicen tests de audición, para comprobar cómo están funcionando sus oídos y tratar cualquier problema que se presente.

Pérdida auditiva neurosensorial. Algunos niños con síndrome de Down tienen pérdida auditiva neurosensorial o sordera. Se trata de un tipo más permanente de pérdida auditiva, producida por daños en el oído interno, en el nervio auditivo o en ambos. Puede afectar la capacidad de oír ciertas frecuencias (tonos) y por tanto, la capacidad para oír determinados sonidos. Aunque los investigadores están encontrando nuevas anomalías en el oído interno, estos hallazgos no se han correlacionado con la pérdida auditiva neurosensorial.

Los niños que padecen este tipo de pérdida auditiva suelen necesitar aparatos para amplificar los sonidos. Los audífonos pueden ser unas pequeñas petacas electrónicas que se llevan en un bolsillo o atadas a la zona pectoral (accesorio corporal), o audífonos electrónicos en miniatura que se colocan en la parte posterior de la oreja o dentro del canal auditivo. Es importante que el niño vaya acostumbrándose a llevarlo puesto siempre, o durante el tiempo indicado por su audiólogo.

Pérdida auditiva mixta. Muchos niños con síndrome de Down padecen una combinación de pérdida auditiva conductiva y de pérdida auditiva neurosensorial. Esta combinación se conoce como sordera mixta o pérdida auditiva mixta.

1.2.Cómo entender los resultados de los test de audición

A los niños con síndrome de Down en edad escolar se les debe realizar los test auditivos anualmente. Aunque en la escuela o en la consulta del pediatra se realice una "revisión" de la audición, no sustituye al examen auditivo a fondo que realiza un audiólogo profesional preparado para utilizar distintos test y estrategias para medir la audición con la mayor precisión posible, ya que lo hará en una sala insonorizada y libre de distracciones. En la escuela o en el despacho del pediatra suele haber mucho ruido ambiental que puede dar lugar a resultados erróneos: sonidos provenientes de la entrada, sillas que se ruedan, personas que pasan, bebés que lloran en la consulta del doctor.

Los resultados de los test informan sobre el umbral de audición, es decir: la intensidad mínima de sonido a la que vuestro hijo haya respondido regularmente en el test. También revelarán si  le cuesta más percibir los sonidos en unas frecuencias (tonos) que en otras.

Los niños con un umbral auditivo de 15 decibelios (dB) o menos tienen una audición normal. Esto quiere decir que pueden percibir sonidos de 15 decibelios o más débiles. Los niños que tienen umbrales de audición de 15-30 dB tienen una pérdida auditiva leve. Podrán oír claramente los sonidos vocálicos, pero tendrán dificultades para percibir ciertos sonidos consonánticos. Por ejemplo, les resultará más difícil oír las eses finales de las palabras en plural. También les costará entender lo que se habla cuando hay ruido de fondo, por ejemplo en las aulas que no tienen tabiques divisorios (aulas en espacios abiertos) o en el comedor.

Los niños con un umbral auditivo de entre 30 a 50 dB tienen una pérdida moderada de audición. Tendrán dificultades para oír los sonidos en un nivel normal de conversación, y necesitarán la amplificación para poder aprender los sonidos y el lenguaje. Los niños con un umbral de entre 50 a 70 dB tienen una pérdida auditiva grave, y por lo general habrán de llevar aparatos que les ayuden a oír el habla y a aprender a hablar.

Los que tienen umbrales auditivos superiores a los 70 dB tienen dificultad para aprender a hablar y necesitan un tratamiento continuo. Los que padecen pérdida de audición severa o profunda tienen un diagnóstico dual de síndrome de Down y sordera. (Cuando existe una pérdida auditiva severa o profunda, suele utilizarse el término sordera.)

La mayoría de los que tienen una pérdida de audición, tienen una pérdida auditiva conductiva  de leve a moderada y generalmente siguen utilizando el habla como su primer método de comunicación. Cuando tienen una pérdida auditiva severa o profunda, hay que realizar una consulta con el otólogo (especialista en oídos) u otorrinolaringólogo, con el audiólogo, el logopeda y el educador especial, para determinar qué método de comunicación será el más conveniente para el niño.

1.3. Oír en una clase con un entorno ruidoso

En un aula corriente de enseñanza elemental, el profesor se sitúa de pie a una distancia de entre dos a cuatro metros de los niños de la primera fila, y a más distancia de los niños de las filas más lejanas. El ruido de fondo de un aula corriente es de unos 60 decibelios. Las medidas de las voces de los profesores las sitúan aproximadamente entre 62/64 decibelios. Puesto que la voz del profesor supera apenas en unos pocos decibelios al ruido de fondo, a los niños con una pérdida auditiva leve o moderada suele resultarles muy difícil descifrar lo que dice el profesor.

Los audífonos y los altavoces ayudan a amplificar la voz del profesor de manera que los niños la escuchan mejor. Generalmente, los altavoces se usan para grupos y para mejorar la acústica del aula en general, y resultan útiles para los niños que tienen una pérdida de audición leve. Cuando la ayuda la necesita un niño en particular, o un niño con una pérdida de audición moderada o severa, lo que suele utilizarse son dispositivos de ayudas técnicas de radio o sistemas de FM personales. Los sistemas amplificadores transmiten los sonidos desde un micrófono situado a pocos centímetros de la boca del profesor hasta el oído del alumno, de manera que amplifican lo que el profesor dice sin amplificar el ruido de fondo. La finalidad de estos dispositivos es producir una voz clara y uniforme que pueda oírse fácilmente por encima de cualquier otro ruido del aula.

Los sistemas de altavoces o los sistemas de FM personales son los que suelen usarse con los niños que tienen una pérdida de audición leve. El sistema binaural FM (en ambos oídos), el sistema de FM detrás del oído o los sistemas de FM personales son los que se utilizan para los niños con pérdidas auditivas moderadas o profundas. A veces a estos sistemas se les denomina dispositivos de radio.

Un  audiólogo podrá ayudaros a determinar cuáles son las necesidades de vuestro hijo, y a indicaros el sistema más adecuado para él. La planificación de los apoyos para la audición habrá de ser parte integrante del proceso del Programa de Educación Individualizada (IEP en USA). Si en el IEP de vuestro hijo se indica que necesita el apoyo de un sistema amplificador de sonido de campo, su escuela tendrá la obligación de proporcionarle dicho sistema. Los sistemas de amplificación del sonido de campo resultan útiles para muchos de los alumnos del aula, incluyendo a los que tienen dificultades de aprendizaje o de concentración. Estos sistemas hacen que la voz del profesor suene más alta, sin aumentar por ello el ruido de fondo, de manera que los mensajes importantes se destacan del sonido ambiental.

Habilidades visuales
Los niños aprenden el lenguaje conectando una etiqueta (nombre) con un objeto. Para aprender una palabra, resultará de gran utilidad que el niño pueda miraros para aprender cómo se dice. La habilidad para recorrer o seguir visualmente un objeto móvil también es importante para aprender los conceptos y para aprender a usar las palabras como etiquetas. La vista sigue siendo importante para aprender a medida que el niño va creciendo.

Los niños con síndrome de Down se apoyan y se sirven bien de las pistas existentes en el ambiente. Es decir, van captando pistas de lo que pasa a su alrededor (especialmente a través del sentido de la vista), y esas pistas les ayudan en la comprensión del lenguaje. Por ejemplo, si vuestra familia visita un acuario y hacéis gestos referentes a la vida marina al tiempo que usáis una nueva palabra de vocabulario, el niño podrá comprender fácilmente de qué animal estáis hablando. Es por esto por lo que las habilidades lingüísticas de los niños con síndrome de Down en casa y en la comunidad son mucho más avanzadas de lo que muestran las puntuaciones de sus test. La realización de un test implica un lenguaje descontextualizado. No hay pistas en el entorno, ni en el cuaderno del test que puedan ayudar a imaginar lo que pasa o lo que se nos pide que hagamos. En un test, una de las preguntas podría ser: "¿Qué esperamos ver en un acuario?", pero no habrá ni imágenes ni indicaciones. En los test, por lo general, sólo aparecen palabras.

Si el niño no ve claramente o tiene dificultades para centrarse en los objetos, tendrá lógicamente más dificultades para aprender a asignar palabras concretas a objetos concretos. Muchos niños con síndrome de Down muestran dificultades visuales. Al menos el 50% tiene estrabismo, o problemas de equilibrio muscular que hacen que uno o ambos ojos se desvíen hacia adentro o hacia afuera. Son también frecuentes los problemas de visión cercana (hipermetropía) o lejana (miopía), y el astigmatismo (visión borrosa de cerca y de lejos, debido a una alteración en la curvatura de la córnea). Ya que los ojos siguen creciendo hasta el final de la adolescencia, no es infrecuente que los problemas de visión aparezcan primero o evolucionen en los niños en edad escolar. La hipermetropía puede mejorar con el transcurso del tiempo, a medida que el ojo va creciendo, pero la miopía empeora por lo general.

Todos estos problemas de visión son fácilmente corregibles y no debería dejarse que interfirieran en el desarrollo de la comunicación del niño. Si sospecháis problemas de visión, pedidle a vuestro pediatra que os refiera al oftalmólogo pediátrico, especializado en evaluar y tratar los problemas de visión de los niños.

A pesar de sus posibles problemas de visión, la percepción y memoria visuales son puntos fuertes de los niños con síndrome de Down. Tienen una memoria visual relativamente fuerte, y aprenden bien a través del canal visual.

Fuente: www.down21.org/revista-virtual/

miércoles, 6 de marzo de 2019

Tus auriculares conspiran para dejarte sordo antes de los 40

La mitad de los jóvenes estamos expuestos a pérdidas auditivas irreversibles por los auriculares, pero se puede prevenir.

Un 50% de jóvenes se van a quedar sordos antes de los 35. Es decir, la mitad de los jóvenes del mundo, unos unos 1100 millones de personas. En este sentido, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha advertido recientemente que “los jóvenes deben entender que una vez que el oído se pierde, no se recupera". La mayoría de los casos son, por lo tanto, irreversibles. Pero lo más trágico según el organismo internacional es que más de la mitad de estos casos son totalmente evitables.

No solo por los cascos nos estamos quedando sordos. Ir a muchísimos festivales o a discotecas, con el volumen a toda hostia, perforándote el tímpano canción tras canción, está condenando nuestra salud auditiva. Además, la mala higiene puede derivar a enfermedades que produzcan sordera. En definitiva, los cascos, las discotecas y la falta de educación sanitaria nos están exponiendo al riesgo de perder el oído, total o parcialmente, y de forma irrecuperable.
Pero la solución no es dejar apartados los cascos. No es cambiar la música en el metro por una revista. O quitarte los cascos en la calle y empezar a escuchar los pájaros. O dejarte tus canciones motivacionales en el gym y resignarte a oír lo que suena por la tele o el altavoz. O dejar de ir a discotecas y quedar con tus amigos para jugar al bingo. Sé que es imposible. Tan imposible, que mientras escribo esto estoy escuchando con los cascos las canciones del concierto al que iré la semana que viene. Así que no, hay muchas formas de no quedarte sordo sin renunciar a estos hábitos musicales.

1. Baja el volumen
Sí, parece obvio. Pero es que no lo hacemos. Todavía hoy hay días que escucho en el metro la canción del de al lado perfectamente. O en el ascensor, lo mismo. Lo ideal es escuchar, como máximo, al 60% de la máxima capacidad del dispositivo. La mayoría de móviles nuevos ya te indican cuándo te estás sobrepasando. Igualmente, intenta no llegar al límite del volumen máximo. Cuando más bajo, mejor.
2. La música más alta no es igual a más calidad
Muchos dirán respecto al anterior punto: "pero es que cuanto más alto, más disfruto". Pues no, es un mito. La 'Guerra del volumen' es un término musical que hace referencia a esto. Es algo complicado, pero en resumidas cuentas quiere decir que la música está hecha para sonar alto y fuerte y así impactar más y ser más relevante —comercialmente hablando—. La conclusión que se debe sacar es que si quieres disfrutar de la música, no la pongas alta porque, como ya está hecha para sonar alta, si subes el volumen lo único que se consigue es que se distorsione el sonido y pierda calidad. Para disfrutarla al tope, cómprate buenos dispositivos y mira si tu móvil tiene opción de ecualización, y así ajustar el sonido al género musical que estés reproduciendo.

3. 60 minutos de música al día
Según muchos expertos, solo se debería escuchar 60 minutos de música al día a través de los cascos. Spoiler: no te vamos a pedir que lo cumplas, porque es imposible, tenemos la música demasiado metida en nuestra rutina. Aun así, no escuches durante 60 minutos seguido. A poder ser, haz pequeños descansos cada media hora. Deja a tus oídos respirar.
4. Cómprate cascos de tu tamaño
Los cascos deben encajar perfectamente a tu oído. Si no, seguirás oyendo ruido ambiente y subirás más el volumen, arriesgando tu salud por unas canciones. Si escuchas música con cascos, lo mejor es que te aíslen de tu entorno. Lo más óptimo, los cascos grandes, pero si tiras por los pequeños, que sean los que cubren todo el interior de tu oído. Porque así el volumen estará al mínimo necesario y no te arriesgarás tanto a padecer la sordera.

5. Lleva tapones
No todos los problemas auditivos son por los cascos —aunque sí los más comunes—. Por el volumen de la música en discotecas y festivales es muy, muy recomendable llevar tapones. Seguirás oyendo la música porque está altísima, pero tus oídos te lo agradecerán. Y quizá evites quedarte sordo antes de llegar a los 40.


fuente: www.codigonuevo.com