Habilidades
auditivas
La forma
normal de aprender el lenguaje es oyendo la lengua que se habla en nuestro
entorno. Por esta razón, las personas criadas en hogares anglófonos hablan
inglés, y las que han crecido en hogares de habla hispana hablan español. Los
niños no nacen programados para hablar un idioma determinado. Ellos aprenden
los sonidos, el significado y la estructura de la lengua que escuchan a su
alrededor, y que termina convirtiéndose en su lengua materna.
Puesto que
la mayoría de los niños con síndrome de Down experimentan en mayor o menor
grado, y al menos durante una parte del tiempo, una pérdida de audición,
depender exclusivamente del canal auditivo no basta para adquirir las
habilidades de la comunicación. La pérdida de audición, sea permanente o
intermitente, afecta el desarrollo del habla y del lenguaje. Por tanto, el niño
necesitará pistas visuales, como los gestos, las imágenes y la lectura, para
ayudarle a estimular su lenguaje. Además, suelen tener dificultades para
destacar lo que se ha dicho del ruido ambiental, especialmente cuando están en
clase. De manera que nosotros tendremos que diferenciar bien nuestro lenguaje
de los ruidos ambientales para que puedan oírnos y aprender.
Ya que el
buen oído es tan esencial para el desarrollo del habla y del lenguaje, al niño
deberá examinarlo periódicamente un otorrinolaringólogo, para que trate los
posibles trastornos auditivos, y además sea experto en evaluar la audición y
proporcionar las terapias adecuadas, o prescribir los aparatos de audición
asistida, los audífonos, por ejemplo.
1.1.
Problemas de audición en los niños con síndrome de Down en edad escolar
Los niños
con síndrome de Down pueden tener uno de los dos tipos más comunes de la
pérdida de audición, o una combinación de ambos:
Pérdida
auditiva conductiva,
Pérdida
auditiva neurosensorial.
Pérdida
auditiva conductiva. Se produce cuando algo impide que el sonido se reciba en
el oído externo y en el oído medio, de forma que tampoco pueda transmitirse
bien al oído interno. La mayoría de las veces, el sonido es bloqueado por el
fluido situado en el oído medio, que puede haberse acumulado por infecciones,
alergias o por un funcionamiento inadecuado de las trompas de Eustaquio
(estructura anatómica en forma de tubo que conecta el oído medio con la parte
posterior de la nariz). El fluido también puede acumularse porque los conductos
auditivos suelen ser más pequeños y de
menor ángulo, lo que dificulta el drenaje de cualquier fluido. Incluso un
exceso de cerumen (cera) en el conducto auditivo externo puede causar una
pérdida auditiva conductiva. El fluido en el oído es un problema muy extendido
entre los niños con síndrome de Down. Se estima que entre el 60 y el 70 por
ciento tiene pérdida auditiva conductiva intermitente, debido a la acumulación
de fluido.
La pérdida
auditiva conductiva no suele ser continua, puesto que varía dependiendo de la
cantidad de fluido acumulado de fluido u otras causas similares. La pérdida
auditiva más común es una pérdida auditiva fluctuante, lo que significa que
algunos días tienen la audición mejor y en otros peor. Este hecho puede
producirles mucha confusión, ya que el mismo sonido del habla lo percibirán de
forma diferente dependiendo del día. (Ver la Tabla 2-1, que contiene ejemplos
de cómo un niño de ocho años malentendió las palabras durante un acceso de
fluido en el oído medio).
Esta
pérdida auditiva fluctuante afecta también al desarrollo de los sonidos del
habla, y al desarrollo de los finales de las palabras y de la gramática. Si un
niño no puede oír claramente todos los sonidos, tendrá dificultades para aprenderlos.
Si no puede oír todos los sonidos que componen una palabra, le costará aprender
a incluir todos los sonidos de esa palabra cuando la pronuncie. Es
relativamente frecuente que los sonidos finales de las palabras (como las
terminaciones verbales y los plurales) se pronuncien en voz más baja. Por
tanto, es muy frecuente que los niños con síndrome de Down omitan la
pronunciación de estos sonidos finales, y esto tiene que ver con la pérdida
auditiva. En el colegio, si un niño no escucha bien las instrucciones de su
profesor y no responde a ellas, el profesor pensará que tiene un problema de
conducta o que no quiere obedecer, de manera que hay que tener en cuenta que la
pérdida auditiva puede ser uno de los factores de en una conducta que puede ser
interpretada como problemática.
Cuando los
niños con síndrome de Down empiezan a ir al colegio y van pasando los cursos
elementales, muchos tienen menos infecciones de oídos. Pero otros muchos siguen
teniendo problemas con el fluido del oído medio, debido a sus diferencias
anatómicas, como sus conductos auditivos más pequeños y estrechos. Según la
Dra. Sally Shott, otorrinolaringóloga que trabaja fundamentalmente con personas
con síndrome de Down, los niños de entre seis a catorce años (rango de edad del
que ahora tratamos) suelen tener fluido en el oído medio y pérdida auditiva sin
diagnosticar. Todavía no sabemos, porque carecemos de información al respecto,
hasta qué edad este fluido continúa siendo problemático.
El fluido
del oído medio (llamado otitis media adhesiva) es pegajoso y con frecuencia
obstruye las trompas de Eustaquio. Esto impide que las trompas mantengan
ventilado el oído medio. Cuando el fluido llena el oído medio, el sonido no
puede pasar bien a través de él y el habla apenas se escucha. El Dr. Patrick
Sheenan de la National Deaf Children's Society del Reino Unido, asegura que
muchos niños con síndrome de Down dejan de tener otitis media adhesiva a medida
que crecen y desarrollan sus trompas de Eustaquio, lo que suele suceder sobre
los ocho años de edad, pero en algunos niños estas dificultades perduran más
tiempo: problemas de obstrucción de las trompas de Eustaquio en su
adolescencia, y necesitan el tratamiento que describiremos más abajo para poder
preservar y aumentar al máximo su capacidad auditiva.
Para
reducir al mínimo sus efectos adversos en la audición, las infecciones del oído
hay que tratarlas de inmediato. En algunas ocasiones los antibióticos ayudan a
mejorar la congestión de los oídos. Algunos médicos los prescriben como medida
profiláctica (medida preventiva). Con frecuencia, hay que implantar
quirúrgicamente unos tubitos en el tímpano para que el fluido pueda drenar
bien. En los Estados Unidos a estos tubitos se les denomina tubos EP
(ecualizadores de presión), tubos de timpanostomía o de miringotomía; en otros
países pueden denominarse drenajes transtimpánicos o tubos de ventilación
[diábolos]. Los tubos EP consiguen que la presión del aire del oído medio se
iguale a la presión del aire del exterior. La operación para implantar estos
tubos se denomina miringotomía. Por lo general es con anestesia general, y la
realiza un otorrinolaringólogo pediátrico y es un procedimiento breve, que
habitualmente se lleva a cabo en diez o quince minutos. Comúnmente estos tubos
se conciben como un "remedio" temporal para el fluido ótico, y caerán
por sí solos al cabo de un periodo de entre varios meses a un año.
La
implantación de estos tubos suele conseguir una diferencia notable en la
capacidad auditiva de un niño. Algunos sólo necesitarán uno o dos juegos de
tubos, sin embargo otros pueden necesitar múltiples juegos de tubos durante
varios años. Una madre me contó que su hijo de 21 años aún sigue necesitando
que se los implanten (puesto que los anteriores se desplazan y caen).
Incluso
cuando no haya infecciones activas en el oído, los padres tienen que asegurarse
de que a su hijo lo revise con regularidad un médico de familia o un
otorrinolaringólogo, y que anualmente se le realicen tests de audición, para
comprobar cómo están funcionando sus oídos y tratar cualquier problema que se
presente.
Pérdida
auditiva neurosensorial. Algunos niños con síndrome de Down tienen pérdida
auditiva neurosensorial o sordera. Se trata de un tipo más permanente de
pérdida auditiva, producida por daños en el oído interno, en el nervio auditivo
o en ambos. Puede afectar la capacidad de oír ciertas frecuencias (tonos) y por
tanto, la capacidad para oír determinados sonidos. Aunque los investigadores
están encontrando nuevas anomalías en el oído interno, estos hallazgos no se
han correlacionado con la pérdida auditiva neurosensorial.
Los niños
que padecen este tipo de pérdida auditiva suelen necesitar aparatos para
amplificar los sonidos. Los audífonos pueden ser unas pequeñas petacas
electrónicas que se llevan en un bolsillo o atadas a la zona pectoral
(accesorio corporal), o audífonos electrónicos en miniatura que se colocan en
la parte posterior de la oreja o dentro del canal auditivo. Es importante que
el niño vaya acostumbrándose a llevarlo puesto siempre, o durante el tiempo
indicado por su audiólogo.
Pérdida auditiva
mixta. Muchos niños con síndrome de Down padecen una combinación de pérdida
auditiva conductiva y de pérdida auditiva neurosensorial. Esta combinación se
conoce como sordera mixta o pérdida auditiva mixta.
1.2.Cómo
entender los resultados de los test de audición
A los niños
con síndrome de Down en edad escolar se les debe realizar los test auditivos
anualmente. Aunque en la escuela o en la consulta del pediatra se realice una
"revisión" de la audición, no sustituye al examen auditivo a fondo
que realiza un audiólogo profesional preparado para utilizar distintos test y
estrategias para medir la audición con la mayor precisión posible, ya que lo
hará en una sala insonorizada y libre de distracciones. En la escuela o en el
despacho del pediatra suele haber mucho ruido ambiental que puede dar lugar a
resultados erróneos: sonidos provenientes de la entrada, sillas que se ruedan,
personas que pasan, bebés que lloran en la consulta del doctor.
Los
resultados de los test informan sobre el umbral de audición, es decir: la
intensidad mínima de sonido a la que vuestro hijo haya respondido regularmente
en el test. También revelarán si le
cuesta más percibir los sonidos en unas frecuencias (tonos) que en otras.
Los niños
con un umbral auditivo de 15 decibelios (dB) o menos tienen una audición
normal. Esto quiere decir que pueden percibir sonidos de 15 decibelios o más
débiles. Los niños que tienen umbrales de audición de 15-30 dB tienen una
pérdida auditiva leve. Podrán oír claramente los sonidos vocálicos, pero
tendrán dificultades para percibir ciertos sonidos consonánticos. Por ejemplo,
les resultará más difícil oír las eses finales de las palabras en plural.
También les costará entender lo que se habla cuando hay ruido de fondo, por
ejemplo en las aulas que no tienen tabiques divisorios (aulas en espacios
abiertos) o en el comedor.
Los niños
con un umbral auditivo de entre 30 a 50 dB tienen una pérdida moderada de
audición. Tendrán dificultades para oír los sonidos en un nivel normal de
conversación, y necesitarán la amplificación para poder aprender los sonidos y
el lenguaje. Los niños con un umbral de entre 50 a 70 dB tienen una pérdida
auditiva grave, y por lo general habrán de llevar aparatos que les ayuden a oír
el habla y a aprender a hablar.
Los que tienen
umbrales auditivos superiores a los 70 dB tienen dificultad para aprender a
hablar y necesitan un tratamiento continuo. Los que padecen pérdida de audición
severa o profunda tienen un diagnóstico dual de síndrome de Down y sordera.
(Cuando existe una pérdida auditiva severa o profunda, suele utilizarse el
término sordera.)
La mayoría
de los que tienen una pérdida de audición, tienen una pérdida auditiva
conductiva de leve a moderada y
generalmente siguen utilizando el habla como su primer método de comunicación.
Cuando tienen una pérdida auditiva severa o profunda, hay que realizar una
consulta con el otólogo (especialista en oídos) u otorrinolaringólogo, con el
audiólogo, el logopeda y el educador especial, para determinar qué método de
comunicación será el más conveniente para el niño.
1.3. Oír en
una clase con un entorno ruidoso
En un aula
corriente de enseñanza elemental, el profesor se sitúa de pie a una distancia
de entre dos a cuatro metros de los niños de la primera fila, y a más distancia
de los niños de las filas más lejanas. El ruido de fondo de un aula corriente
es de unos 60 decibelios. Las medidas de las voces de los profesores las sitúan
aproximadamente entre 62/64 decibelios. Puesto que la voz del profesor supera
apenas en unos pocos decibelios al ruido de fondo, a los niños con una pérdida
auditiva leve o moderada suele resultarles muy difícil descifrar lo que dice el
profesor.
Los
audífonos y los altavoces ayudan a amplificar la voz del profesor de manera que
los niños la escuchan mejor. Generalmente, los altavoces se usan para grupos y
para mejorar la acústica del aula en general, y resultan útiles para los niños
que tienen una pérdida de audición leve. Cuando la ayuda la necesita un niño en
particular, o un niño con una pérdida de audición moderada o severa, lo que
suele utilizarse son dispositivos de ayudas técnicas de radio o sistemas de FM
personales. Los sistemas amplificadores transmiten los sonidos desde un
micrófono situado a pocos centímetros de la boca del profesor hasta el oído del
alumno, de manera que amplifican lo que el profesor dice sin amplificar el
ruido de fondo. La finalidad de estos dispositivos es producir una voz clara y
uniforme que pueda oírse fácilmente por encima de cualquier otro ruido del
aula.
Los sistemas
de altavoces o los sistemas de FM personales son los que suelen usarse con los
niños que tienen una pérdida de audición leve. El sistema binaural FM (en ambos
oídos), el sistema de FM detrás del oído o los sistemas de FM personales son
los que se utilizan para los niños con pérdidas auditivas moderadas o
profundas. A veces a estos sistemas se les denomina dispositivos de radio.
Un audiólogo podrá ayudaros a determinar cuáles
son las necesidades de vuestro hijo, y a indicaros el sistema más adecuado para
él. La planificación de los apoyos para la audición habrá de ser parte
integrante del proceso del Programa de Educación Individualizada (IEP en USA).
Si en el IEP de vuestro hijo se indica que necesita el apoyo de un sistema
amplificador de sonido de campo, su escuela tendrá la obligación de
proporcionarle dicho sistema. Los sistemas de amplificación del sonido de campo
resultan útiles para muchos de los alumnos del aula, incluyendo a los que
tienen dificultades de aprendizaje o de concentración. Estos sistemas hacen que
la voz del profesor suene más alta, sin aumentar por ello el ruido de fondo, de
manera que los mensajes importantes se destacan del sonido ambiental.
Habilidades
visuales
Los niños
aprenden el lenguaje conectando una etiqueta (nombre) con un objeto. Para
aprender una palabra, resultará de gran utilidad que el niño pueda miraros para
aprender cómo se dice. La habilidad para recorrer o seguir visualmente un
objeto móvil también es importante para aprender los conceptos y para aprender
a usar las palabras como etiquetas. La vista sigue siendo importante para
aprender a medida que el niño va creciendo.
Los niños
con síndrome de Down se apoyan y se sirven bien de las pistas existentes en el
ambiente. Es decir, van captando pistas de lo que pasa a su alrededor
(especialmente a través del sentido de la vista), y esas pistas les ayudan en
la comprensión del lenguaje. Por ejemplo, si vuestra familia visita un acuario
y hacéis gestos referentes a la vida marina al tiempo que usáis una nueva
palabra de vocabulario, el niño podrá comprender fácilmente de qué animal
estáis hablando. Es por esto por lo que las habilidades lingüísticas de los
niños con síndrome de Down en casa y en la comunidad son mucho más avanzadas de
lo que muestran las puntuaciones de sus test. La realización de un test implica
un lenguaje descontextualizado. No hay pistas en el entorno, ni en el cuaderno
del test que puedan ayudar a imaginar lo que pasa o lo que se nos pide que
hagamos. En un test, una de las preguntas podría ser: "¿Qué esperamos ver
en un acuario?", pero no habrá ni imágenes ni indicaciones. En los test,
por lo general, sólo aparecen palabras.
Si el niño
no ve claramente o tiene dificultades para centrarse en los objetos, tendrá
lógicamente más dificultades para aprender a asignar palabras concretas a
objetos concretos. Muchos niños con síndrome de Down muestran dificultades
visuales. Al menos el 50% tiene estrabismo, o problemas de equilibrio muscular
que hacen que uno o ambos ojos se desvíen hacia adentro o hacia afuera. Son
también frecuentes los problemas de visión cercana (hipermetropía) o lejana
(miopía), y el astigmatismo (visión borrosa de cerca y de lejos, debido a una
alteración en la curvatura de la córnea). Ya que los ojos siguen creciendo
hasta el final de la adolescencia, no es infrecuente que los problemas de
visión aparezcan primero o evolucionen en los niños en edad escolar. La hipermetropía
puede mejorar con el transcurso del tiempo, a medida que el ojo va creciendo,
pero la miopía empeora por lo general.
Todos estos
problemas de visión son fácilmente corregibles y no debería dejarse que
interfirieran en el desarrollo de la comunicación del niño. Si sospecháis
problemas de visión, pedidle a vuestro pediatra que os refiera al oftalmólogo
pediátrico, especializado en evaluar y tratar los problemas de visión de los
niños.
A pesar de
sus posibles problemas de visión, la percepción y memoria visuales son puntos
fuertes de los niños con síndrome de Down. Tienen una memoria visual
relativamente fuerte, y aprenden bien a través del canal visual.
Fuente: www.down21.org/revista-virtual/